sábado, 18 de octubre de 2014

CUENTO GÜERTANO de Francisco Rodríguez Gallardo

"Estampa de Juanín el Lepe", fue el ganador del IV Certamen de Cuentos en Panocho. Que anualmente viene organizando,por la peña "El Tío Perico el Merla". Publicado en el diario La verdad, el 24 de abril de 1984. Este "cuento güertano", como el autor lo subtitula, dice así.
"Estampa de Juanín el Lepe"
(Cuento güertano)

Con nacencia en Cobatillas, a Juan Zambullo Carzones, que ése era su verdadero nombre e pila y sus apellíos, le icían "EL LEPE" poique su páere cacareaba por to el partío que su zagal era mu listo y teniba maera de anginiero. La vedá es que sin que      . Juanín era un zagal mu astuto, bien paecío, esparpajao y muy gracioso pa echar embustes y pa hacer galopinás, en que a gandul tampoco le mojaba denguno la oreja.
Siendo entavia un rodrejo y muncho antes de apuntalle el bozo, su páere, Frasquito el Tormo (que era basto hista pa sacar istiércol), ya encomenzó a tiralle chiliri­nas y a zumbullo pa que astudiara pa anginiero, pero el zagal no pensaba na más que en pillar níos, en jubar y en hacer fechurias por la güerta, como atalle a los porros una soga en el rabo con una lastra e botes y les atizaba un estacazo pa que escaparan a correr haciendo bastante zurrio por encomedio e los panizos; sartaba la bardiza e las jallineros y con un piazo de alumbre, les hacia un bujero a los juevos y se lo sorvia en un tris ejando el cascarón enteretiquio pa que paeciera que los habían picao las memas jellinas los primeros abercocoques y las primeras frenas de tos aquellos alreores ésos se los comía siempre Juanín y en la era revolcaba a toas las zagalas haciéndoles el cebollino. Si es con el tirachinas, era capás de esjraciar una panocha grano a grano dende a mas e treinta pasos. Era más serio y mas tieso que un ajo porro, pero el jodío lo hacia to con tanta gracia, que la gente s'esculaba e risa con sus burruchás y, como tambien tartajeaba una miaja po lo que resultaba mas jracioso.
Un viernes e Cuaresma, la máere (la Tía Sebastiana) lo mandó con la comía páere, que estaba mondando la cieca y no podía ascudiarse ni una jelepa pa peer sacar toas las "burras" enantes e que echaran el agua. Juanín allevaba en la capaza un güen piazo e torta e cebá, media ocena e rábano, una garapá de olivas partías y cuatro deos e crillas en cal-lo con bacalao en un puchero e barro, poque era vregilla. Al zagal le iba dando la olor de la comía por la senda hista que se le hizo la boca agua y, a lo primero, le pegó un repisco a la torta: endimpues se comió una oliva,.. otra, un rábano,.., las crillas y... el bacalao, sin darse cuenta e que se lo comia to.
Total que, cuando allegó, el paére s'espatarragó en el quijero e la cieca, sestapó la capaza que iba tapá con hojas de higuera y, cuando vido na mas que el puchero con dos deos e cal-lo, pegó un berrío inciendo: "Pero, Nene, ¿qué cipote ha guisao tu máere hoy pa comer? "A lo que respuso el Lepe arrascándose la caeza: "Pos,…. pos, crilla en caca…. cal-lo con baca...lao, lo que pa...pasa es que m'he rescullio y la caca…paza a hído a hacer pi… pi... piernas al brazal del Cacindrán y no he podio re...coger na más que caca...cal-lo".
Frasquito el Tormo sortó una carcajá e la ocurrencia e su zagal y, por no tiralle con la picaza, le ijo: "Asina me busta a mi, que no te aturulles enque se l'estroceen las rueas al carro, puique, pa ser anginiero, no hay que atrancarse por na, ni por naide. Anda, veste pa la casa dile a tu máere que le l'eche un ingüerto a las cherras, que yo, con la panza e migas que m'he pegao esta mañana, no hago na más que regol-lar y no tengo gana de catar bocao”.
Al páere no le regullia por la caeza na más que la idea e que su zagal juera anginiero y se lo perdonaba to, pero a Juanín los astudios le daban ferecía y, pa que juera a la escuela, su máere teniba que ir e zaga arreándole apargatazos, poique, u si no, se queaba apedreando perros y jumando puros del canal.
A midía e que el zagal se jué empinando, Frasquito el Tormo lo mandaba a segar cerriche, a esjunzar moniatos y enda a cavar rastrojo e trigo en seco para que se diá cuenta e lo cruo qu'es el trebajo e la tierra e se apegara a los astudios hullendo del legón y de l'azá. La prueba trujo pronto güenos risultaos y un jueves abajó Juanín ca el Amo con sus páeres y allí se queó to amasaico pa enconmenzar la carrera en Madril, pasao Feria. El Amo queó conforme en que no se pagaran más rentos enda que Juanín no arrematara sus astudios, pa que pudiá con­rearse mejor Frasquito el Tormo y, a otro día del Monte, el Lepe salió pa Madril en el tren botijo con la alforjas bien arrepretás e gotifarras, morcones, un perní, media hoja e tocino y una olliquia con pimiento, en egua-sal, aemás  d'unos cuantos duros en plata en el borsillo der chaleco pa lo que pudiá presentarse, pos la posá no costaba na poique iba erecho ca un primo del Amo, que era asentaor en la Lonja e Madril y ya estaba to platicao aprovechando que había venío a Murcia envitao pa el día del Monte.
Cuando allegó, ya lo estaba asperando en la estación la hija del Asentaor, zagala como una clavellina, que se l'enganchó al cuello pa saludallo a la usanza e Madril. Al Lepe le bailaban los ojos e rebustiquio y enseguía se amontaron en otro tren más menuo, que corria po ebajo e tierra como los topos y las presonas estaban corno piojos en costura. Allí se le arrepretujó la zagala y mu pronto encomenzo Juanín a espavorizarse y a tomalle busto a... Madril.
Allegaron a la casa ande to jueron finuras y cumplios, entre sasofanes, grifos, excusaos con tapaera y corchones menos recios que los e paja, queandose Juanín embelesao y, de isoflauto, pensó pa su chaleco: «Yo no me güervo a Cobatillas ni amarrao".
La hija del Asentaor se queó encargá de enseñalle al Lepe to Madril y salian pa toas partes enganchaos como un par e vacas y..., claro, Juanín le tomó vicio a la zagala y no aprendia na mas que lo que l'enseñaba ella sin hacer caso pa na e las liciones e los maestros de la Escuela de Anginieros, ande, ca ves que lo desaminaran, pillaba una sera e calabazas y asina jué pasando al tiempo, enda que lo echaron de la Escuela por cepa y no le queó mas rimedio que golverse a Cobatillas, poique al Asentaor también se l'empalagó al encubrir lo gandul qu'era pa los libros. Con la zagaliquia si aprendió enda no tartajear.
Pa no incomodar a su páere, tuiquios le ijeron que Juanín había rematao la Carrera y Frasquito el Tormo lo cacareó por toa Cobatillas mu arbulloso. Este teniba un horno cuasi recién empinao, adrentro d'una tená con su puerta y to y, con muncha estucia, arribó la panza el horno pa que su zagal ajara embobaos a los fecinos y sacara la barriga elante e tos al golver e Madril.
El páere ya lo teniba to bien aprecibio pa dar el gorpe. Envitó al Amo e la tierra, a toa Cobatillas en parva y a los perráneos de aquellos alreores. Hablando conmigo sólido, mató un marrano que pesaba cuasi doce arrobas y aligenció, comía y bebia pa agestarse más e media güerta. Tampaco faltaron tres ocenas e cobetones y una traca e vainte metros, aemás del bombo y los platillos de la Banda e Maciascoque.
To jué asomar el ocico Juanín y encomezó a dar es­clavejíor la traca, los cobetones, el bombo, los platillos y enda repicaron las campanas e la Ilesia, que aquello ajaba a la zaga a la fiesta e San Cayetano. El perro la­drando, el reburno e la burra y los berrios e las charras también le daban al motigo un remorciquio bantante familiar.
Aquello jué la fin dar mundo: Se comió y se bebió efrutando tos más que un marrano suerto en una arfafa y entonces se alevantó el páere con el morriquio arrugao y arrascándose la oreja, mandó una mieja e silencio y le ijo a su zagal con risíquia y temides: —Güeno, nene, con motigo de haber arematao tu carera, con motigo tamién e que el aire tiró la panza del horno la otra noche y pa que esfisen tos los envitaos tu cencia influsia, esparpájate una miaja y da tu paecel pa empinar otra ves el horno y que no güerva a caerse.
—Páere, respuso Juanín: abora vengo mu cansao y no trayo la cinta pa midil.
—Es lo mesmo, ijo el páere; enque sea con una cordeta pues tomar toas las midías c'hagan farta.
Al zagal no le queó mas rimedio que dalle una patá a la puerta e la tená y entrar a esfisar el horno. Agarró un piazo e cordeta y encomenzó a midil la puerta primero alluego el roal del horno. La gente se acorraló elante e la tená y Juanín entraba y salía con una púa en la mano hista la paré e la cuadra y allí se tiraba un ratiquio ha­ciendo números y rallas. Tomó las mesmas medias varias feces y una d'ellas se queó clisao mirando p'arriba, aga­rrándose la barba con la mano zocata, sañalando con el deo e la otra mano como San Juan y con la boca entorná como el que aspera que le caya la breva: se queó mesmamente como una estauta sin ici palabra. Allí estaban tós embelesaos y, esfisando que el Lepe no resollaba su páere estosió un par e voces y mermuró: Pero, nene, que te se va a estrocear el cogodrilo e tanto mirar p'arriba. ¿Qué pasa, hijo de mi arma? "pos na, respuso el zagal. Que me'stoy estrujando los sesos y no compriendo como pudieron meter la panza del horno, que tié cuasi cuatro varas de ancha, por la puerta e la tená, que no mide na más que tres palmos y medio".
Frasquito el Tormo se pusió más colorao que un to­mate y la gente s'esculaba e risa, por lo que Frasquito emparejó aquella moñiga iciendo con el galillo medio seco pa esimular: “Hijo, tú no te aturulles ni atranques por na. Si s'ha meter erribar la tená entera, pos s'arriba pa empinar al horno como mejor te páesca. Asina es que, caballeros, ya sus mandaré recao pa que gorvais a esfisar la obra en cuanti esté rematá". Ca uno encomenzó a es­cagullirse por una orilla, queándase tos la familia d'el Lope afrentaíquia y más seria que una caña espetá.
Y, pa no ser mu cansao, voy a rematar ya el cuento iciando lo que pasó endispués. Pos ná: que, a los cuantos días, se arremaneció por Cobatillas el Asentaor con una güena gayá iciando que su zagala estaba mu esansiá y se pasaba to er día ambustiosa y gomitando y que si a la cuestión no se le daba serjo, eslomaba con la gayá a to el que pillara po elante.
Total, que el amo e la tierra, se metió por enmetá, s'encargó e toas las deligencias y el día e la Virgen de Agosto se gorvieron a arrejuntar tos los avecinaos pa festejar la boa de Juanín el Lepe con la zagala de Ma­dril, que le icían Begonia.
A Juanín le dio por trebajar y encomenzó a echar (a medias) tomates, bajocas y lechugas que le mandaba a su suegro a la Lonja e Madril y asína jué aleando y em­pinando su barraca enda ponerse rico podrio, cautivando las munchas tahullas que mercó, al cudiao e sus alimales y su Begonia que le trujo media ocena e zagaliquios pa completar la felicidá.
Y se arremata iciando:
Hacienda y feticidá
no vino el Lepe estudiando
y endispués topó con ellas,
mu sencillo: Trabajando.