I
EN 1859, época de
esplendor para la monarquía y la patria españolas, la reina doña Isabel II
visitó Murcia, fue al pintoresco santuario de la Fuensanta que domina ciudad y
vega, y alli, D. Joaquín López, uno de los que con más gracia han hablado y
escrito en panocho, aunque exagerándolo, pronunció vestido de ídem, la
siguiente perolata, que fue tan bien dicha por su autor como aplaudida por sus
oyentes.
SEÑORA :
Acomisionado por los
partíos de la güerta pá presentar a V. M. esta probeza y ecille a la vez las
despresiones que soflaman nuestro corazón, quisiea tener en la boca un salterio
y que del ampíreo bajaran las palabras engüeltas en sábenas de gloria pá dalle
tuiquio el aquel que se merece este asunto; pero soy probe sin destrución que
no he concursao las lletras ; y por lo mesmo, a mi moa le diré tuiquio lo que
se arremaneja en mi pecho.
Al saber que V. M. nos
iba a vesitar, la güerta é Murcia, que la quié dasta er güeso, determinó
presentalle este regaliquio, como muestra del afleuto que tenemos a V. M. y a
sus Zagales. En él va engüelto nuestro corazón; pué recibillo V. M, sin
regomello denguno porque ni el cordero topa ni las floreciquias punchan ; y al
acetallo, guarde V. NI. premaniente lo que voy a ecille por remate.
Si anguna vez, Dios no
lo quiera, V. M. se hiera aflejía por las similitues der tiempo, acuérdese de
]os hijos de la güerta é Murcia, de los que se quean con la estauta de su
presona en el alma; y no dude V. M. que la sacaríamos de cualquier gallomatías
o aflición, aunque pá ello jua mester hacernos piazos y matar dasta
SoIofiernes, y tuisquia la morisma entera, pues sa mester que conoja V. M. que
al nombre de nuestra Reina y de la Virgen de la Juensanta, dasta los montes se
lebantan y hacen juebo.—He rematao.
II
Perolata que da el arcarde que ha bueno a empuñar la vara a sus feligreses
y avecinaos der Partío
EL carnaval de Murcia
fue, durante algunos años, fiesta de gran esplendor, imposible de porque las
corporaciones no prestaron sostener suficiente ayuda a los entusiastas sobre
quienes pesaban los gastos. Abría el Carnaval el Bando particulares de la
Huerta, en que fingidos panochos leían una supuesta soflama, proclama o bando
de buen gobierno, con las prevenciones que les hacía un perráneo, o rabo
alcalde de la huerta, sobre la manera de conducirse en la ciudad durante las
fiestas de la esfrazauría. Mi madre (q. s. g. h.), hizo colección de estos
bandos, y últimamente expurgó, de ella, todos los compuestos por los imitadores
desgraciados de Joaquín López y de Pepe Tornel, únicos pseudo-panochos que no
han exagerado hasta la desvergüenza el desenfado, ni confundido con la grosería
la ingenua sencillez. La soflama siguiente es la mejor de D. Joaquín López, y
fue pronunciada el domingo de Carnaval de 1876. Adolece, corno todas las
suyas, de evidentes exageraciones, y caricaturiza el tipo, que es naturalmente
gracioso pero no payaso.
Caballeros: A esta
flecha estamos metíos de patas en la esfrazauría de las carrestuliendas,
divirsión en que los que tienen borlas, poer, jurícíón y mando, han de estar
vrigilantes pá debitar los encorbillamientos de presonas, que suelen acarrear
los hombres cuando quien salirse con su impresa.
Muncho trebajo es pá un
probe biejo como yo que defisa ya encorbillá y sin juerza la vara é su justicia
el poer enderezar este negocio y más tabla habiendo er balamío de causas que
boy a desatacar.
Er mundo está Ileno
d'arbullo, ya no hay paeres pá hijos ni hijos pá paeres; las maeres en la Ñora
se comen a sus zagales en presencia de sus maríos ausentes; er probe jornalero
ice que quié ser rey porque la icho er maestro iscuela que le pretenece
d'erecho devino; los amos están solivantaos porque no recogen un centímetro
del cautivo de sus tierras ; por el partío anda una muger que con boz de serena
engañaora va iciendo que los hombres y las mugeres puéen aparearse como los
alimales, sin dalle cuenta a Dios ni ar mundo ; Perete el aguacil al mesmo
tiempo, casa cebilmente a las presonas po ezaga é la Iglesia, iciéndoles que
quean pa siempre insolutis y desamina los zagaliquios pequeños atento
delaberío pá debitar denquivocaciones; si tomamos otra muta, hemos a los probes
basureros qu'andan escamaos poique impués de satisfacer la cota del chinarro
les llevan la burra a la posá, baliéndose de superflujos. En fin caballeros,
esto s'agüerto un disierto, porque dasta los alimales sangrinos que trocean
vivos a los defuntos muertos, andan por las calles tirándose bortetas
arrejuntaos con osos y franchutes a pique de dalle un susto a las presonas que
están en mala despusición. Así no poemos seguir porque no estamos en la incensa
turca; s'amester que caminemos por la rauta que nos enseñaron nuestros paeres,
dándole a cá uno lo que le preteneja de erecho, pá devitar las hablaurías de la
gente en tós los siempres del mundo y prencipalmente en las presentes
carrestuliendas. Por lo mesmo, yo que soy vuestro paere, yo que por vusotros he
llorao como un zagal en las épocas traseras, yo que nunca us meteré en dengún
zarangollo de esos que arrobinan a los probes ; yo que me sucidiaría por
vusotros si jua mester con un buchillo, con el corazón aflegío y estrujao como
una pasa; de ruillas os pío, que ya no oigais la voz de los hombres y de las
mugeres himpróquitas que quién perdellos de remate; que tengais obedencia a los
amos dándoles los que les preteneja; que a los deputaos de arriba los mireis
siempre de reojo; que no sus metais con naide; que debiteis el ir bebíos; que
presigais con toa la juerza que yo sus delego, a los que tiran güeveciquios
rellenos de armión, anisiquios reondos y pelaíllas farsas; que pongais tuiquio
el aquer del ese; que se debe a nuestra maere la Sardina cuando le den
seportura, acompañándola como es debío con angun porrón y una boliquia picante
de esas que pagan erechos de puertas a la salía; y por remate que si por angún
abento y como es de costumbre sus disfrazais de ladrón de mentirijas y sin
poello remediar sus tirarais prefugamente angún ese, por la parte zaguera,
precurar hacello siempre devitando prejuicios sin fartar en náa, a las borlas
er poer, y la jurición de vuestro arcarde que sus quiere dasta er güeso.—Juan
Porrones.