sábado, 27 de octubre de 2012

VISITA DE LA REINA ISABEL II A MURCIA EN 1858


PERORATA EN PANOCHO

I

EN 1859, época de esplendor para la monarquía y la patria españolas, la reina doña Isabel II visitó Murcia, fue al pintoresco santuario de la Fuensanta que domina ciudad y vega, y alli, D. Joaquín López, uno de los que con más gracia han ha­blado y escrito en panocho, aunque exagerándolo, pronun­ció vestido de ídem, la siguiente perolata, que fue tan bien dicha por su autor como aplaudida por sus oyentes.

SEÑORA :
Acomisionado por los partíos de la güerta pá presentar a V. M. esta probeza y ecille a la vez las despresiones que soflaman nuestro corazón, quisiea tener en la boca un sal­terio y que del ampíreo bajaran las palabras engüeltas en sábenas de gloria pá dalle tuiquio el aquel que se merece este asunto; pero soy probe sin destrución que no he concursao las lletras ; y por lo mesmo, a mi moa le diré tuiquio lo que se arremaneja en mi pecho.

Al saber que V. M. nos iba a vesitar, la güerta é Murcia, que la quié dasta er güeso, determinó presentalle este rega­liquio, como muestra del afleuto que tenemos a V. M. y a sus Zagales. En él va engüelto nuestro corazón; pué reci­billo V. M, sin regomello denguno porque ni el cordero topa ni las floreciquias punchan ; y al acetallo, guarde V. NI. pre­maniente lo que voy a ecille por remate.
Si anguna vez, Dios no lo quiera, V. M. se hiera aflejía por las similitues der tiempo, acuérdese de ]os hijos de la güerta é Murcia, de los que se quean con la estauta de su presona en el alma; y no dude V. M. que la sacaríamos de cualquier gallomatías o aflición, aunque pá ello jua mester hacernos piazos y matar dasta SoIofiernes, y tuisquia la mo­risma entera, pues sa mester que conoja V. M. que al nom­bre de nuestra Reina y de la Virgen de la Juensanta, dasta los montes se lebantan y hacen juebo.—He rematao.

II
Perolata que da el arcarde que ha bueno a empuñar la vara a sus feligreses y avecinaos der Partío

EL carnaval de Murcia fue, durante algunos años, fiesta de gran esplendor, imposible de porque las corporaciones no prestaron sostener suficiente ayuda a los entusiastas sobre quienes pesaban los gastos. Abría el Carnaval el Bando particulares de la Huerta, en que fingidos panochos leían una supuesta soflama, proclama o bando de buen gobierno, con las prevenciones que les hacía un perráneo, o rabo alcalde de la huerta, sobre la manera de conducirse en la ciudad durante las fiestas de la esfrazauría. Mi madre (q. s. g. h.), hizo colección de estos bandos, y últimamente expurgó, de ella, todos los compuestos por los imitadores desgraciados de Joaquín López y de Pepe Tornel, únicos pseudo-panochos que no han exagerado hasta la desvergüenza el desenfado, ni confundido con la grosería la ingenua sencillez. La soflama siguiente es la mejor de D. Joaquín López, y fue pro­nunciada el domingo de Carnaval de 1876. Adolece, corno todas las suyas, de evidentes exageraciones, y caricaturiza el tipo, que es naturalmente gracioso pero no payaso.

Caballeros: A esta flecha estamos metíos de patas en la esfrazauría de las carrestuliendas, divirsión en que los que tienen borlas, poer, jurícíón y mando, han de estar vrigi­lantes pá debitar los encorbillamientos de presonas, que suelen acarrear los hombres cuando quien salirse con su impresa.

Muncho trebajo es pá un probe biejo como yo que defisa ya encorbillá y sin juerza la vara é su justicia el poer en­derezar este negocio y más tabla habiendo er balamío de causas que boy a desatacar.

Er mundo está Ileno d'arbullo, ya no hay paeres pá hi­jos ni hijos pá paeres; las maeres en la Ñora se comen a sus zagales en presencia de sus maríos ausentes; er probe jor­nalero ice que quié ser rey porque la icho er maestro iscuela que le pretenece d'erecho devino; los amos están solivan­taos porque no recogen un centímetro del cautivo de sus tierras ; por el partío anda una muger que con boz de se­rena engañaora va iciendo que los hombres y las mugeres puéen aparearse como los alimales, sin dalle cuenta a Dios ni ar mundo ; Perete el aguacil al mesmo tiempo, casa cebil­mente a las presonas po ezaga é la Iglesia, iciéndoles que quean pa siempre insolutis y desamina los zagaliquios pe­queños atento delaberío pá debitar denquivocaciones; si tomamos otra muta, hemos a los probes basureros qu'andan escamaos poique impués de satisfacer la cota del chinarro les llevan la burra a la posá, baliéndose de superflujos. En fin caballeros, esto s'agüerto un disierto, porque dasta los alimales sangrinos que trocean vivos a los defuntos muertos, andan por las calles tirándose bortetas arrejuntaos con osos y franchutes a pique de dalle un susto a las presonas que están en mala despusición. Así no poemos seguir porque no estamos en la incensa turca; s'amester que caminemos por la rauta que nos enseñaron nuestros paeres, dándole a cá uno lo que le preteneja de erecho, pá devitar las hablaurías de la gente en tós los siempres del mundo y prencipalmente en las presentes carrestuliendas. Por lo mesmo, yo que soy vuestro paere, yo que por vusotros he llorao como un zagal en las épocas traseras, yo que nunca us meteré en dengún zarangollo de esos que arrobinan a los probes ; yo que me sucidiaría por vusotros si jua mester con un buchillo, con el corazón aflegío y estrujao como una pasa; de ruillas os pío, que ya no oigais la voz de los hombres y de las mugeres himpróquitas que quién perdellos de remate; que tengais obedencia a los amos dándoles los que les preteneja; que a los deputaos de arriba los mireis siempre de reojo; que no sus metais con naide; que debiteis el ir bebíos; que pre­sigais con toa la juerza que yo sus delego, a los que tiran güeveciquios rellenos de armión, anisiquios reondos y pelaíllas farsas; que pongais tuiquio el aquer del ese; que se debe a nuestra maere la Sardina cuando le den seportura, acompañándola como es debío con angun porrón y una bo­liquia picante de esas que pagan erechos de puertas a la salía; y por remate que si por angún abento y como es de costumbre sus disfrazais de ladrón de mentirijas y sin poello remediar sus tirarais prefugamente angún ese, por la parte zaguera, precurar hacello siempre devitando prejuicios sin fartar en náa, a las borlas er poer, y la jurición de vuestro arcarde que sus quiere dasta er güeso.—Juan Porrones.

miércoles, 24 de octubre de 2012



Carta der Cabo Cutillas

á su novia Marialcármen
Autor: José Frutos Baeza, 1909
Marialcármen de mi arma,
premite que en este día
tire por arto er jusil,
la canana y la mochila;
premite que a tu retrato
le dé un beso en la mejilla
y lo arrepriete en mi pecho
como si juera relica,
porque del ese que trayo
tuiquio er cuerpo me reblinca,
la pruma me se resculle
y er galillo me relincha
Dile a mi máere que osequie
a mi burra con papillas,
ar cherro con un ingüerto
y, ya puesta, a la cochina
que le dé lo que apeteja,
gurullos u semoliquia
Tú le llevas una arcuza
a San Roque er de la Ermita,
y si Faco el Sacristán
lo premite, sube arriba
y echa ar güelo la campana
con la juerza que tú estilas,
pa que sorteis los tablachos
ar gozo que us atosiga
y se isparen cobetones,
se baba hista echar las tripas
y sarte el agua en las ciecas
y se esturra de alegría.
Marialcármen, ¡viva España!
y sepas que Antón Cutillas
que salió hecho un mosca muerta
cuando se jué a la malicia,
abora es cabo prepuesto
pa dos cruces y una ensinia,
y pué que antes de las brevas,
u lo más pa las crillas,
me suban a comendante
u espiche aqui panza arriba.
Sabrás como la otra noche
me perdí en una guerrilla
porque ibamos por lo escuro
andando de puntilliquias,
y ezaga de unas paleras
esfisé a un moro en cuquillas
que estaba con la espindarga
echándome la midía.
¡Juebo!—me dije a mí mesmo—
y al salir la pelailla
vide ar moro que se puso
las manos por la barriga
y comenzó a icir:—¡Jalapa!
¡Yo morro, Mojama mía!
Lluego salieron más moros,
por dezaga de unas pitas,
y se armó una tronaera
y mi alreor, que paecía
que era yo un Juana de Arco
o un emperaor de China.
Yo me apestillé ar jusil
y, al ver la cosa perdía
ije: ¡Santiago y a ellos!
y como er que mata ovispas
comencé a tirar repullos,
esjinces y resurtías
y a icilles haciendo juebo:
— ¡Tomar, tomar almendriquias!
Dimpués sinti las cornetas
y vide a mi compañía
y a mi comendante echando
pa er Gurugú a la morisma.
¡Lo menos ejé seis moros
sin resuello en la embestía!
Entoces jué cuando er jefe
ijo: —«Sepa Antón Cutillas
que er rey premia a los herodes,
y en pago a tu valentía
abora mesmo te cuergo
los jalones y la ensinia.»
(Y me abrazó como un páere,
llorando a lárima viva.)
Dinde entoces tuiquio er mundo
me osequia con tragarninas,
me atraca de fortachones
y me dá bebía fina
Man dicho c'abora vamos
hincia Nador desiguía
y a tomar una arcazaba
que allá lenjotes se esfisa,
lo cual que en mis cortas luces
no sé lo que significa
una arcazaba pa tantos
que van a ver quien la pilla:
si yo le meto los deos
te la llevaré enteriquia.
No canso más, Marialcármen;
pídele ar cielo de ruillas
que percance anguna estrella
y si (Dios no lo premíta)
me hacen er cuerpo un garbillo,
le iré ar general Marina
que lo mande a la Zacaya
u a ti mesma lo remita
pa que guardes er pellejo
y te hagas un ciazo vida.
Pero si ar darme er canute
ves dezaga e tu bardiza
a un comendante a caballo
con una aspá e culebrina,
blinca la cieca de gozo,
ven a mi pecho ensiguía,
que es tu Antón, que viene a hacerte,
pa que rabie er Gachasmigas,
comendanta en usufruto
y arbullo de la malicia;
y si der mesmo entusiasmo
te enritaras, arma mía,
yo te echaré el alcanflor,
te haré, si es master, cosquillas
u te tiraré del deo
pa bajarte la subía.
Adiós, recobollo tierno,
ande está mí arma cautiva,
flor perfumá de la huerta,
sueño de mi fantesía,
y recibe un juerte abrazo,
anque de menterijillas,
der cabo de los sordaos,
que te quiere
Antón Cutillas
Del libro
COJINES Y ALBARES 1927

El Romancero Murciano


Los que honraron a Murcia con su pluma

El Romancero Murciano
Autor: José Martínez Tornel

No voy, en este romance,
corno alguno pensará,
a meterme en las honduras
de la gran cuestión social;
no voy a citar los textos
de Proudhom, o de Bastiat;
voy, aunque sencillamente,
a explicar la propiedad.

Cuándo era el hombre un salvaje
—según el pacto social—
y, con su zamarra al hombro,
iba de acá para allá.
¿quién puede negar que eran
suyos, y de nadie más,
la zamarra que llevaba
y el fruto que pudo hallar?
Si luego juntó un rebaño,
y a la vida pastoral
se dió de otero en otero,
buscando el valle feraz
y las amenas riberas
de el ganado apacentar,
¿de quién sería el vellón
y el nevado recental,
y cuanto diese el rebaño
de valor y utilidad?
Sí después con dura reja,
en la tierra virginal.
fecundo seno abrió en surcos
y arrojó el grano al azar,
¿de quián eran las espigas
rubias que los trigos dan?
Si alrededor de una fuente,
u orilla de su raudal,
plantó galanos frutales
y les puso valladar,
¿no pudo decir, mirándolos,
«son míos, de nadie más?
¡Claro!: con el primer hombre
nace ya la propiedad,
y después con el trabajo
el derecho individual.
Crió el mundo de la nada
Dios por su inmensa bondad,
y de él hizo un paraíso
de belleza sin igual:
puso en él al primer hombre,
esto es, al primer Adán,
con una mujer tan guapa
que era una moza hasta allá.
«Creced y multíplicaos
y todo el mundo llenad»:
—así, a la buena de Dios,
dijo el Padre celestial
a aquel primer matrimonio,
cuna de la humanidad—
y sea que no lo oyeron
o que quisieron faltar,
ello es que desde el principio
lo hicieron bastante mal,
y al fin las cosas pararon
en lo que habían de parar:
que Dios llamó al primer hombre
y le dijo «Ven acá:
ni paraíso, ni gloria,
sin ganarlos, gozarás;
y con sudor de tu frente
desde hoy comerás el pan»
Este castigo primero
fué luego ley natural,
que se cumple por los siglos
en la progénie de Adán.
Ley del hombre es el trabajo
tan sabia y providencial,
que aunque dura y enojosa
derrama felicidad:
ella es origen del bien
y perenme manantial
de salud, contento, dicha,
y de perdurable paz:
ella es la causa innegable
de la santa propiedad,
que hace la vida del hombre
perdurable e inmortal,
pues desde el sepulcro frío,
de la muerte más allá,
aun vive siendo cariño,
abrigo, consuelo y pan,
de sus cuartos nietezuelos
que libra de la orfandad.
¡Bendito sea mil veces,
bendito el don celestial,
sin el cual no existirían
familia ní sociedad!
Y esto no lo digo yo
por defender mi «piojar»,
que mi tierra está en la Habana,
si no es que está más allá.
Aquí tengo varías casas,
y entre ellas el Hospital,
y en la Puerta de Castilla
y en la de Orihuela están
Ios dos cercados que tengo
para mandarme enterrar,
y también soy propietario
del valle de josafat.
Pero tengo, yo se dónde,
una tierra tan mollar,
que en ella, lleno de rosas,
todo el año hay un rosal.
En sus hojas perfumadas
escrito por Dios está:
«Que las riquezas del alma
son Amor, Fé y Amistad.



EN SAN BLAS
Autor: José Martinez Tornel
 Con un cordón de San Blas
se hacen dos almas un cuerpo;
dos corazones se entienden
con un tallo de romero,
y en queriéndose dos bien
con que uno tome alimento
basta y sobra, según dicen,
y yo lo creo y lo apruebo.
Se compra un cordón de seda
para un torneado cuello,
se pone en él con cariño
y al descansar sobre el pecho,
el cordón es ya cadena,
suave yugo, lazo tierno:
que esto tienen los cordones
bendecidos por el cielo.
Sujete usté a una mujer
con eslabones de hierro,
sujétela usté con joyas;
con vestidos, con dinero;
y se le irá del amor,
del cariño y del afecto,
como se le escapa a un niño
el matizado jilguero
que ha comprado por dos cuartos
en la plaza de San Pedro.
Porque el dinero no vale
para comprar lo que es bueno.
¿Habrá alguno por el mundo
que diga: yo niego eso?
¿Qué es lo grande de la tierra?
¿Qué placeres los supremos?
¿No es la virtud lo mejor?
¿No es hacer bien el intenso
y gran goce déla vida?
¿No son los grandes portentos
del arte y sus maravillas
lo que nos sube a los cielos?
¿No es la poesía, la música,
lo que fuere el sentimiento?
¿No es lo que no es material
por lo mismo de no serlo
lo que nos hace olvidar
las miserias de este suelo?
Pues eso no hay en el mundo
para pagarlo dinero.
Yo fuí testigo casual
y puedo contar el hecho:
era la noche del miércoles,
y justamente en el puesto
que hay frente de la botica
de Santa Eulalia, cayeron
estos dos amantes tórtolos
a que me voy refiriendo
El le dijo:—«Escoje tú»,
y ella contestó;— «No quiero,
el que sea de tu gusto
ese me pongo yo al cuello»
—Pues deme usté aquel más grande.
—Hombre, no, que yo lo quiero
para llevarlo de verás;
y ponerme ese adefesio...---
—«Pues, entonces toma éste» —
dijo él, sacando del pecho
uno de esos bendecidos
que no tienen otro mérito.
—«Este es el que quiero yo»
—dijo la del pelo negro,--
y fijando en él sus ojos,
con un mirar dulce y tierno,
a las puntas del cordón
les hizo un nudo pequeño,
se lo echó por la cabeza,
lo rodeó por su cuello,
y por bajo del vestido
y por dentro de su pecho
lo ocultó muy cuidadosa
ahondando un poco sus dedos.





Un novio empenalizao


Un novio empenalizao
La boa de Antón Cerriche
Autor: José Frutos Baeza 1899

A mí me pasa una estrá
y me atosiga una pena
que me están rollendo el arma
y no puéo echallas juera.
Y no pruebo la comía
ni en er bancal ni en la mesa,
y anque me rinda er trebajo,
cuando me echo en la pajera
me dá una aflición ar pecho
y un pavor a la caéza,
que allí me esjarro a llorar
como un zagaliquio e teta.
Ya no me dan armonía
ni la burra, ni la cherra,
ni er caliche, ni los bolos,
ni er baile, ni las comedias.
Yo tengo una puncha aentro
y un rejalgar en la lengua
y un busano que me roe
y una esazón y una esa,
que cuarquier noche me acuesto
y pué que no arremaneja.
¡Y tuiquio por una esquife
de vieja! ¡Malhaya sea!
Por la tía Faca Espigares,
que páece una sangrijuela,
con el arma arrobiná,
y no tié más cosa güena
que la probe é su zagala,
la probe de Maria-Pepa,
que vive como henchizá
iguar que paloma témida
enjaulaiquia en las cuatro
paéres de su vivienda;
que no sale como enantes
a platicar a la cieca;
que no ascucha mis palabras
y que se va a gorver ética
de tanto como su máere
la esazona y la arreprieta
pa que ni me dé er salúo
ni sarga siquiá a la puerta.
Ella no vá a un esperfollo,
ella no sale a la era
ni se asoma al cornijal
pa verme pasar la senda;
y a mí me se pone un núo
en la campanilla mesma
que no he tomao ya un camino
por no armar una trigedia.
Pa levitar un trimulto
prevocao por la vieja,
que es más mala que er baladre
y más pesá que la glea
y tié una boquiquia é sierpe
que sale juevo por ella,
tengo aprecibío un plan
pa dejalla patitiesa,
anque gomite meneno
como las salamanquesas.
En er borsillo e la faja
tengo más duros que perras,
y en er canute metías
la fé e mozo y la lisencia;
me farta er papel de probe
de la Estática y la céu!a,
las cuatro Iletras der cura
y arguna que otra encomienda
que irá hacerme abora mesmo
mi compáere Anton Visera.
Mañá mesmo iré yo mesmo
con tuiquia mi elicaeza
acompañao der perráneo
a platicar con la vieja,
pa pidille a la zagala
y casalla por la ilesia.
Le haré saber como llevo
diez tahullas por mi cuenta,
que soy pa er trebajo un burro
que tengo un piojar de tierra
y, hablando conmigo sólido,
seis cochinos y la cherra.
Yo le sacaré er canute,
si sa mester, a mi suegra,
con tuiquios los decumentos
esperfollaos y en regla,
y si ice que naranjiquias
y er sí que aspero me niega,
por la noche, de escondite,
me llevo a su Maria-Pepa
y por mitá e los panizos,
sartando azarbes y ciecas,
pa epositalla ca el amo
me la trayo a coscaletas.
Ensiguía me la llevo
a la calle de las Tiendas
y tiro de la manilla
y le merco lo que quiera:
media ocena de bucharas,
un espejiquio, una cesta,
una silla de meneo
como las abruzaeras,
un par de arracás bien majas,
un porrón de agua de esencia,
un collar de cuentas gordas
y un entruche con tijeras.
Entranimientres, el amo
hará toas las eligencias
pa que no nos prienda er juez,
y a otro dia ir a la ilesia
a que er cura nos rugíe
con er guisopo pa in sécula.
Si la tia Faca se ablanda,
quié icir que tuiquio se arregla,
y si en la boa hay pasteles,
pasteles habrá pa ella;
pero si sigue emperrá
dándole busto a la lengua,
no pienso dalle un leñazo
en comedio e las orejas,
porque eso no lo premite
mi crianza y mi concencia,
sino cogelle la boca
y punchalle con la orqueta
lo mesmo que a un morciguillo
cuando prenuncia blafemias
Del libro:
COJINES Y ALBARES 1927